OpiniónDébora López

Cuando la mamá ya no está

Es difícil imaginar el día en el que la mamá ya no esté. Ese día se ve como lejano, más cuando la mamá no tiene ningún padecimiento de salud. Y cuando lo tiene, quizá se empiece a sentir más cerca, pero simplemente no se acepta. Porque la mamá es parte de uno y cuando se va, sea a la edad que sea, queda un vacío que no se puede llenar con nada; a lo mejor porque no hay edad para ser huérfano.

Para quienes ya no tienen a la mamá físicamente, este día suele ser difícil y el mercadeo, el ambiente de esta época, las publicaciones de los demás en todas las redes sociales, los recuerdos y ese vacío que nunca se ha de llenar no ayudan a que sea más fácil.

Ellos no me dejarán mentir, que se siente un dolor perenne en lo más profundo del corazón, en el centro espiritual y mental, y que no existe nada que lo pueda extraer de allí. Es mucho más que un sentimiento, es estar consciente de una pérdida sumamente valiosa y que acompaña al doliente durante el resto de su vida como un susurro que no se puede silenciar; más o menos perceptible según el momento, la situación o el estado de ánimo, pero siempre relatando con melancolía cuando toque hablar de ella.

Por eso considero que, en este día y en cualquier momento, pero especialmente en el Día de la Madre, vale la pena expresar lo que siente. Ya sea en soledad o con personas de confianza, pues bloquear las memorias de esa persona que fue una parte muy importante en nuestra vida, es desgastante e inefectivo.

Columnista Débora López con su fallecida mamá
Columnista Débora López y su mamá

En mi caso, a veces pienso que mi mamá se fue muy rápido y que se fue en el peor momento de mi vida. Creo que nos faltaron vivir muchas cosas juntas, pero también guardo los recuerdos más bonitos, muchas satisfacciones y mucho deseo que las cosas hubieran sido diferentes. Que no enfermara tan rápido, que no hubiera sufrido tanto y nunca haberla visto sirviéndole un café a la muerte para entretenerla y distraerla de su propósito.

Es muy duro despertar a diario y recordar que la mamá ya no está. Y sacar fuerzas de donde ya no las hay para seguir adelante, pero con el pleno agrado que ella está contenta porque su ejemplo y sus recomendaciones han dado fruto, sintiéndola tan cerca porque me dejó todo lo que ella era.

¡Feliz Día de la Madre a las que ya no están presentes, pero siguen vivas en los recuerdos y corazones de sus hijos!, porque una persona no muere cuando deja de tener pulso sino cuando deja de ser recordada.

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